martes, 25 de septiembre de 2012

PALABRAS DE JUAN CHIRVECHES DIRIGIDAS A LOS PARTICIPANTES EN LA MARCHA MONTAÑERA DEL III MEMORIAL CONRADA MUÑOZ. SIERRA NEVADA. TEMPLETE DE LA VIRGEN DE LAS NIEVES. 13 DE SEPTIEMBRE - 2012




    Respetad nuestro dolor.
    Desde aquí, donde se alzan y culminan las más elevadas cumbres de España; desde aquí, donde todos los afanes, las faenas, los trabajos y los días quedan por debajo; desde aquí, donde no se puede hablar más alto ni, seguramente, más claro, le decimos, le pedimos, a quien corresponda: Respetad nuestro dolor.
    No es llegado, todavía, el tiempo del vencimiento. No es llegado, todavía, el tiempo de la humillación. No es llegado, todavía, el tiempo del olvido, de la desmemoria o de la indiferencia.
    No es, todavía, el tiempo de la derrota.
    Respetad nuestro dolor.

   
    Amigos, compañeros:
    Buenas tardes a todos.
    La fundación Sociedad y Justicia, ligada al sindicato profesional ACAIP, me hace el honor de pedirme os diga unas palabras de saludo en esta tercera edición del Memorial Conrada Muñoz.
    ¿Qué decir? ¿Qué son unas leves, frágiles palabras frente a la marea de sufrimiento que entre las víctimas del terrorismo ha provocado la canalla etarra? ¿Qué decir?
    ¿Hablaremos de justicia? ¿Hablaremos de injusticia? ¿Hablaremos de perdón? ¿Hablaremos de olvido?
    Se dice que los tontos, ni perdonan ni olvidan.
    Los ingenuos, perdonan y olvidan.
    Los sabios, perdonan; pero no olvidan.
    Si me lo permitís, lo que pienso es que perdonar, o no perdonar, pertenece a la esfera de lo íntimo, de lo personal de cada individuo, que otorgará, o no, su perdón condicionado por la gravedad de los hechos o por su propia psicología y convicciones ideológicas o religiosas…
    Nadie, más que el afectado, está en condiciones de hacerlo, y su postura, en ese sentido, sea la que sea, merece el respeto de los demás.
    Sin embargo, el olvidar o el no olvidar, el olvido, pertenece y es responsabilidad de la colectividad. Es la colectividad la que tiene la obligación de mantener viva la memoria, la historia de los hechos.
    Nosotros, como los sabios del proverbio que he citado antes, nosotros no olvidamos.
    No olvidamos, no queremos olvidar, a la madre de nuestro compañero Dionisio Bolívar, a Conrada Muñoz, en cuyo recuerdo la fundación Sociedad y Justicia organiza este Memorial.
    Como no olvidamos, ni queremos olvidar, a Domingo Puente y a Luis Portero, asesinados en Granada.
    Ni al presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce, asesinado en San Sebastián, cuya hija Maite nos acompaña.
 Como no olvidamos, ni queremos olvidar, a todas y a cada una de las víctimas de la violencia etarra, a las que rendimos homenaje con este Memorial.
   Tampoco olvidamos a nuestros compañeros: a Ortega Lara, a Paco Camacho, a Montalvo, quienes, milagrosamente, salvaron la vida.
   Ni a tantos otros que han sufrido amenazas y pesadumbres.
   Todos están en nuestro recuerdo, y es nuestra responsabilidad, responsabilidad de cada uno y de todos, mantener viva esta historia y transmitirla a las siguientes generaciones.
   No me refiero a transmitir una historia de odio y violencia, sino una historia veraz de los hechos, que con eso ya es suficiente…
   Y además del recuerdo, con el recuerdo y el homenaje a las personas que han sufrido la irracionalidad violenta de los canallas, es deber de todos estar junto a ellos; apoyarles en sus justas reivindicaciones; en su reivindicación de algo tan sencillo y tan complejo, tan inalcanzable a veces, como Justicia.
    No sé si conocéis el dato, queridos compañeros, de que más de trescientos, repito, más de trescientos asesinatos de la ETA siguen sin resolverse. Es escalofriante decirlo, pero andan por ahí trescientos asesinos cuyos actos quedan, por el momento, impunes.
    Tenemos la obligación ética y moral de estar siempre junto a las víctimas, junto a ellos, como españoles y como seres humanos.
    Porque, como escribió el gran filósofo Immanuel Kant, en uno de sus pequeños y deliciosos ensayos: “Tengo que auxiliar a ese hombre porque sufre, no porque acaso sea amigo o conocido mío ni porque le considere capaz de agradecérmelo después, sino porque sufre. Ahora no es tiempo de hacer distingos ni detenerse en cuestiones: es un hombre, y lo que daña a los hombres, también a mí me toca”.

    Muchas gracias.
    Un abrazo a todos.
    Y un democrático: ¡VIVA ESPAÑA!

                                                                             Juan Chirveches.