martes, 20 de marzo de 2012

BAUTIZANDO AEROPUERTOS

                                                       

                                                                              Por  Juan Chirveches


    El aeropuerto de Granada no se llama aeropuerto de Granada, como su propio nombre no indica, sino aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén, que, ya se ve claramente, se mire por donde se mire, incluso a vista de aeroplano, es denominación de altos vuelos, hinchada, más larga que una pista de aterrizaje, que un vuelo transoceánico, que un día sin pan, que la torre de ladrillo del barrio San Lázaro o que la espera del autobús urbano.
    ¿Y por qué el aeropuerto de Granada no se ha seguido llamando aeropuerto de Granada, como toda la vida? Pues, mire usted, eso es cosa de los políticos que nos tocan en suerte, en mala suerte, a los españoles desde hace generaciones y generaciones. Estos políticos que padecemos nos tienen en un permanente sinvivir con sus tonteriíllas, sus inventos, y su afán por rebautizarlo todo con apelativos tan estrambóticos y fuera de lugar como el susodicho; o como el llamar “naciones” a las regiones, “matrimonios” a las uniones de homosexuales, “jóvenas” a las jóvenes, “miembras” a Dios sabe qué, y todo un catálogo y arsenal de extravagancias con que se podría rellenar este artículo y varios más. Esto es vivir en un constante sobresalto y asalto gramatical.
    ¿Pues no que vino a rebautizar el aeropuerto todo un séquito del Partido Socialista encabezado por aquella inefable señora ministra, la Maleni, que fue y soltó que a raíz del cambio de nombre “el aeropuerto iba a dar mucho de sí”?... O sea, que para la miembro del gobierno Zapatero de aquellas fechas, hace ya tres años, la mejora y el dar mucho de sí del aeropuerto granadino no dependía del aumento de las inversiones ni del fomento de los viajes, sino del añadirle al nombre de Granada un guión y un Jaén, igualico igualico que si se tratara de un partido de fútbol: Granada-Jaén.
    El alcalde de Granada, que es del Partido Popular, partido de la Oposición al gobierno de la Maleni, declaró que el cambio de denominación era “una estafa”; y Antonio Granados, portavoz del mismo PP, tachó el acto de “esperpento y como la mayor desvergüenza política y venta de humo que el PSOE ha realizado”… Estaban muy enfadados, sin la menor duda.
    También vino al acto el consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, el jienense Gaspar Zarrías. Y ahí estaba la clave de todo: no en lo de consejero de Presidencia, sino en lo de jienense. Se conoce que una noche se le encendió al señor Zarrías la bombilla de su cabeza, echó a volar su imaginación, y fue y se dijo: “en vez de hacer un aeropuerto en Jaén, como prometimos cuando las elecciones, con lo que eso cuesta, le añado al de Granada el nombre de mi provincia con un guión por medio, y así dono a mis paisanos un aeropuerto, con lo cual gano muchos votos para mi partido”… Y como si fuera un Mahoma andaluz, pensó Zarrías: “si el aeropuerto no viene a Jaén, que Jaén vaya al aeropuerto”… Pensado y hecho. Y asunto concluido. Y aeropuerto rebautizado.
    Y hasta aquí la historia. Ahora bien: si me lo permiten los amables lectores, a mí me parece que el nombre con el cual los socialistas han rebautizado, renombrado y redenominado nuestro aeropuerto es altamente injusto porque está, intrínsecamente, lleno de agravios comparativos y dolorosas exclusiones.
    No se entiende que un aeropuerto situado en los términos municipales de Chauchina y Santa Fe, enclavado en sus territorios, lleve el nombre de una ciudad que está en otra provincia, a más de cien kilómetros. Y, sin embargo, queden excluidos en la denominación aeropuertaria los nombres nobles y sonoros de las localidades donde se ubica. ¿Acaso el aeropuerto de Madrid no se llama Madrid-Barajas porque está en el pueblo de Barajas, y eso que es la capital de España, nada menos?
    Pues yo, de ser chauchinero o santaferino protestaría vivamente por este agravio y exclusión y ninguneo. Y reclamaría lo que es mío y está en mi territorio. De todas formas, ya puestos a sumar nombres, tampoco se notaría tanto añadir dos más. Y sería algo lógico y de justicia que el aeropuerto pasara a llamarse Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén-Chauchina-Santa Fe, que rima y todo.
    Pero también hay que no sabemos qué pinta en todo esto el nombre de García Lorca, que ni era de Chauchina ni era de Santa Fe, ni se sabe que tuviera algo que ver con la aviación, a no ser el alto vuelo de sus metáforas. Aunque bueno…, es público y notorio que en García Lorca City, García Lorca no sólo está en todas partes, sino que también está en todos lados: desde aeropuertos a peleas de catedráticos.
    Ahora bien, las señoras autoridades rebautizadoras debieran ser imparciales y tender al equilibrio, y que no se les viera tanto el plumero, y tener en eso mucha mano izquierda y saber compensar para que esté contento todo el mundo. Y no exhibir esa descaradísima parcialidad de que hacen gala. Por tanto, si meten a García Lorca en la denominación del aeropuerto, en justa medida, y ya puestos a embutir nombres, deberían también, mediante guión, pegar el de Luis Rosales, quien, a pesar de que no lo mataran en la guerra, es tan buen poeta como el otro.
    De manera que, Aeropuerto Federico García Lorca-Luis Rosales-Granada-Jaén-Chauchina-Santa Fe sería mucho más justo.
    Ahora bien, como todo el mundo sabe, Luis Rosales, ya fallecido el hombre, fue merecidísimo premio Cervantes de Literatura. Pero también tenemos un premio Cervantes afortunadamente vivo: Francisco Ayala. ¿Acaso sería de recibo colocar en el aeropuerto el nombre del premio Cervantes Luis Rosales, y excluir el del premio Cervantes Francisco Ayala? ¿Podríamos cometer la injusticia de dejar a Francisco Ayala sin aeropuerto? No, no podríamos hacer eso.
    De manera que, Aeropuerto Federico García Lorca-Luis Rosales-Francisco Ayala-Granada-Jaén-Chauchina-Santa Fe sería lo suyo.
    Pero, mire usted, ¿y Motril? ¿Qué hacemos con Motril? ¿O sea, que una ciudad que ni siquiera es de la provincia va a llevar el nombre de nuestro aeropuerto, y la segunda ciudad provincial no? Yo que los de Motril estaría muy cabreado. Porque tardan las autoridades en llevarles la autovía veinte años sobre las fechas previstas y prometidas; no les llevan el tren ni a la de tres; y encima le ponen aeropuerto a Jaén, y dejan con tres palmos de narices a Motril, que es el puerto de mar más cercano a las pistas de aterrizaje y destino de muchos viajeros de los aviones que van a pasarse unos días a la costa. Y además de todo eso: ¿qué tiene Jaén que no tenga Motril? Pues yo diría lo mismo que ya queda dicho, más arriba, respecto de la simpática ciudad olivarera: si el aeropuerto no va a Motril, que Motril vaya al aeropuerto.
    De manera que, para concluir y rematar, si verdaderamente hay justicia en el mundo, Aeropuerto Federico García Lorca-Luis Rosales-Francisco Ayala-Granada-Jaén-Chauchina-Santa Fe-Motril, debería ser el nombre que llevara nuestro aeropuerto. Sería lo justo. Lo equilibrado. Lo igualitario. Lo correcto. Lo imparcial. Sería lo bueno. Sería lo suyo. Sería lo nuestro. Y la nuestra.


                                                                                         J. Ch.  

                  Publicado en Ideal. Granada, 26 de julio - 2009